La importancia de la Compasión y Autocompasión.
El Dalai Lama, define a la compasión como: “una sensibilidad hacia el sufrimiento de uno mismo y de los otros, junto con el compromiso profundo de tratar de aliviarlo” (Gilbert, 2010)
La compasión es definida actualmente como la capacidad de sentir de igual a igual el sufrimiento del otro y desear aliviarlo de alguna manera. La compasión hacia los demás es fundamental y es uno de los cimientos de las ciencias de la salud por lo cual debe estar fundamentada y practicada especialmente en los equipos de salud. Además, la autocompasión y la compasión intergrupal, son dos pilares fundamentales para generar buen trato y buena dinámica en los equipos de salud para la atención de los pacientes. La compasión en general es el corazón del Mindfulness como bien nos aclara Vicente Simón. (Simón, 2015). La compasión mejora la calidad de atención al paciente y también la calidad de afecto intrapersonal e interpersonal. A su vez la práctica de la compasión también mejora los niveles de resiliencia[1] personal y grupal. (Collard, 2015). El Dalai Lama XIV, citaba en 1935: “la compasión humana, o lo que a veces llamo el afecto humano, es el factor clave para todos los temas humanos.”
Existen tres componentes básicos de la compasión y autocompasión, primero el mindfulness, el darme cuenta de que estoy sufriendo, intentando identificarse con el mismo. El otro componente es el desarrollo de bondad amorosa, el deseo de bienestar propio y de los demás. Por último, la humanidad compartida que es la condición de conocer que todos los seres humanos sufrimos, que todos somos uno, estamos conectados. La autocompasión es fundamental en el tratamiento del burnout ya que el cuidador habitualmente presenta una fatiga de la empatía con el paciente y eso desgasta emocionalmente y duele. Aplicando autocompasión podemos mejorar nuestro autocuidado y a la vez el cuidado de los demás.