El piloto automático de nuestra mente se asemeja a un trompo que gira sin cesar. Gira y gira, sin parar, y no nos permite focalizar un punto determinado del mismo, consume la capacidad de atención, hasta puede llegar a agotarla. Si tuviéramos un trompo real en esta situación, bastaría con dejar de mirarlo o simplemente pararlo manualmente para descansar la atención, pero imaginemos que el trompo está dentro de nuestra cabeza, lleno de prnsamientos que giran uno atrás del otro, como hacemos para pararlo? Sería imposible, entonces debemos dejar de prestarle atención. Para eso debemos llevar la atención a otro proceso que nos aleje del trompo de pensamientos, como la respiración, partes del cuerpo, la postura, una imagen mental, una sensación corporal, los sonidos del ambiente, lo que sea para alejar la atención del trompo de mí mente.